Hoy toca hablar del espectáculo del mes.
El caso es que, por motivos x, no he podido asistir físicamente a ninguna función de la ciudad. Sin embargo, no vengo con las manos vacías.
El cursillo de ópera que yo daba por sentado que sólo me serviría para acabar con mi capacidad neuronal y para ganar créditos para la universidad, parece que va a ser más provechoso de lo esperado.
Durante los últimos cuatro meses, he asistido a un cursillo de ópera en el cual (presuntamente) se nos ofrecía una charla sobre un tema relacionado con la ópera que se proyectaba a continuación. Si tengo que ser sincera, no recomendaría a nadie el curso. Son como sanguijuelas, nos robaron la pasta para ofrecernos algo que en realidad estaba colgado en la red. Y las charlas hubo veces que el conferenciante ni se presentó... Un desastre vamos. Así que si sois de la Universidad de Barcelona y queréis unos créditos de sobra, yo en vuestro lugar me apuntaría al gimnasio de la uni o simplemente me haría de la tuna.
Bueno, al lío, que me voy por las ramas. Lo bueno que puedo decir del curso es que las dichosas preguntitas del trabajo que nos mandaron, sirvieron para que me fijara más en los detalles de las óperas.
Hoy quisiera compartir con todos vosotros (da igual de que rincón del mundo seáis) una de las óperas que nos proyectaron, basada en la muy conocida obra de teatro de Shakespeare "A Midnight's Summer Dream". La ópera, compuesta por Benjamin Britten, tiene puntos muy fuertes y otros... pues no tanto. Lo mejor es que la puesta en escena del Liceo es super creativa. Tiene un montón de elementos que juegan con los dobles sentidos, como es el caso de la escenografia, en la que siempre podemos encontrar camas que ya pueden simular ser parte del follaje del bosque o laderas de montañas, pero que en el fondo está siempre jugando con la idea del sueño. Otro punto fuerte que tiene la ópera y que es otra de las razones que me lleva a darla a conocer es que está en inglés, por raro que eso parezca. Estamos acostumbrados a escuchar ópera en italiano, alemán e incluso francés, pero estoy convencida que serán pocos los que les venga a la cabeza una ópera británica. Otro aspecto que me gusta mucho es que, los dioses, cantan con voces agudas, incluso el mismísimo Oberón, jugando con la androginidad propia de esos seres. Y digo que éso me gusta porque estamos acostumbrados a dioses cuyas voces retumban como tambores y hacen que cualquiera baje la cabeza ante su poder (si no me creéis, echarle un ojo a lo que echan por la tele esta Semana Santa y veréis).
Sin embargo hay cosas que, al menos a mi no me gustaron demasiado. La ópera, siendo del siglo XX, se rige por las modas musicales de esa época. ¿Y cuales son esas modas señores? ¡Pues el atonalismo! Debo confesar que nunca he sido una fanática de la música atonal, por lo que, siendo ésta una ópera de casi más de dos horas, en las que la mayor parte de las arias son atonales (por no decir la ópera completa) para mi, éso fue digno de una tortura china. Pero como bien sé que no a todo el mundo le sucede lo mismo, he decidido compartirla, por si hay por aquí algún lector que cuando le dicen música atonal se queda en blanco.
Bueno, creo que ya me he enrollado suficiente.
Os dejo aquí debajo el link de la ópera al completo:
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