viernes, 14 de febrero de 2014

La Gran Ilusión

Hooooola chic@s.

Hoy vengo a hablaros del espectáculo que presencié ayer, que hizo que me quedara sin habla (pero no sin palabras, porque de ser así no estaría escribiendo esto): "La Gran Ilusión".

Antes de ponerme a decir lo mucho que flipé con el show, tengo que hacer una gran confesión. Amo las artes escénicas con pasión, pero siempre he sentido cierto recelo hacia: el circo, los musicales y... los magos (no me malinterpretéis, siempre he respetado estos espectáculos pero... nunca me han seducido). Pero este show rompe con cada uno de mis esquemas. En él, la típica chistera del mago, es remplazada por un sombrero que podría haber salido del armario de Perry el Ornitorrinco y la mística del mago es remplazada por una sonrisa pícara que no impide que uno se quede embelesado con cada uno de sus trucos.

Tal y como anoté en la nota que tuve la oportunidad de entregarle personalmente a la salida del espectáculo, para mí este chico se ha convertido en mi segundo personaje mágico favorito, y digo segundo porque tan solo le faltaría ponerse a cantar para llegar a ser tan grande como el genio de la lámpara de Aladdin.

Pero que esa máscara de inocencia no os confunda. Antonio Díaz sabe muy bien lo que hace: escapismo, trucos de cartas, conejos que salen... no exactamente de una chistera, pero que salen... El mago te concede lo que cualquiera podría esperar del show de un mago, pero en vez de servírtelo en una clásica bandeja de plata, el tío te cuelga la foto en el instagram, y si te apetece pues tu mismo te lo guisas y te lo comes.

Llegué al teatro delirando de fiebre (náh es broma, tenia unas décimas). Localicé mi asiento mareada por el hedor de palomitas que desprendía el teatro (y digo yo... ¿PALOMITAS EN UN TEATRO?) y cuando comprobé mi móvil por quinta vez a la espera de algún mensaje cariñoso de ese novio imaginario que no tengo, las luces se apagaron y apareció el mago, ahí, de pie, en medio del escenario... SIN CAPA NI CHISTERA.

No me pondré a explicar cada uno de los trucos que hizo por si alguien se anima a ver el espectáculo, pero si os puedo asegurar que me pasé toda la función sentada al borde de la silla y con una sonrisa. No una de esas sonrisas tensas de las que hacen que te duelan los músculos, no, una sonrisa tan natural como la actitud del mago en el escenario. Porque aun estar en el gallinero del teatro, sin posibilidad alguna de subir al escenario (eso solo está reservado para los que se encuentran en platea) no hubo momento en el que pensara: ¡Ehh! ¡Holaaa! ¡Estoy aquí!

Fue una experiencia mágica (badum tsss, que grande mi ingenio).

Os invito a que lo vayáis a ver, porque os dejará boquiabiertos, y si no me creéis aquí os dejo un ejemplo de algunos trucos que realiza en su función:


Si os ha gustado, podréis disfrutar de trucos como estos y de otros mucho más impresionantes en el teatro Borràs a partir del 14 de Mayo, porque las entradas en el teatro Coliseum están agotadas desde hace días.

Y para los incrédulos, aquí os dejo la prueba del delito:



Y con esto me despido, la semana que viene os tocará aguantar mis idas de olla.

lunes, 10 de febrero de 2014

Las Núbes de Aristófanes

¡Hola chic@s!

Hoy vengo con la tarea de contaros cosillas sobre el clásico que he leído recientemente. Bueno, tengo que confesar que el ajetreo de estos últimos días no me ha permitido hacer la lectura que tenia en mente. Así que he tenido que consultar mi antiguo historial y recuperar una de las lecturas que se me encomendó leer en primero de bachillerato: una pequeña recopilación de obras de teatro de Aristófanes.

Antes de contaros nada sobre la obra, dejadme deciros cuatro cosas sobre su autor:

La poca información que tenemos de Aristófanes se ciñe a los pocos escritos que nos han llegado de él. Se dice que nació en Atenas y que vivió sucesos como la guerra del Peloponeso o el resurgimiento de la hegemonía ateniense a comienzos del siglo IV a. C.

Por lo que respecta a su persona, Aristófanes fue un hombre "chapado a la antigua" (si eso puede tener lugar en la antigua Grecia). En el terreno artístico no era conocido por su actitud innovadora, de echo consideraba el teatro de Eurípides (uno de los más grandes poetas trágicos griegos) como una degradación del teatro clásico.

Era un hombre reacio a las explicaciones filosóficas contemporáneas a su época y se mostraba severamente conservador al defender la validez de los mitos. De entre los filósofos contemporáneos a su tiempo, Aristófanes se cebó especialmente con Sócrates, llegando a ser uno de los primeros dramaturgos en inmortalizarlo en su obra de teatro: "Las Nubes", de la cual pretendo hablaros hoy.

"Las Nubes" es una comedia que persigue satirizar las doctrinas filosóficas y a sus defensores, en especial a Sócrates.

La obra nos cuenta las fechorías que el campesino Estrepsíades es capaz de realizar para librarse de los acreedores que solicitó para que su mujer y su hijo Fidípides pudieran conservar sus caprichos. Guiado por rumores de la existencia de una escuela que enseña a sus discípulos el arte de triunfar por la palabra a todo tipo de pleito, Estrepsíades manda a su hijo, con la intención de que este logre deshacerse de los acreedores. Sin embargo éste se muestra reacio a colaborar, por lo que el mismo Estrepsíades decide presentarse como discípulo. Una vez en la escuela, o como él suele llamarle "El Pensadero", Sócrates realiza su iniciación, seguida de la invocación a las Nubes, las deidades de los sofistas. Sin embargo, a pesar de jurar rendir culto a los dioses de Sócrates (el Vacío, la Lengua y las Nubes) Estrepsíades se muestra incapaz de retener conocimiento alguno, por lo que es expulsado de la escuela. Aún así, el viejo no se rinde y manda a su hijo para instruirse en el Pensadero. Al llegar el último día del mes (fecha en la que se debían saldar las deudas) Estrepsíades recoge a su hijo de la escuela y éste logra deshacerse de los acreedores. Sin embargo, cuando Estrepsíades desborda de alegria, recibe una brutal paliza de su hijo al discutir sobre poesía, y es testigo de como éste logra razonar sus actos mediante el discurso que ahora posee. En ese momento las Nubes revelan a Estrepsíades que todo ha sido un plan diseñado por ellas para castigarle por sus malos propósitos e impíos comportamientos. Colérico, el anciano prende fuego al Pensadero y pone en fuga a Sócrates y sus discípulos.

¿Qué tengo yo que decir de la obra? Pues bien, confesaré que me gustó leerla. Vale, no flipéis, no es por el contenido ni por la las lecciones que el autor pretende inculcar, ni siquiera por sus personajes (que por cierto son más llanos que una piedra). Lo que me gustó de esta obra es que el autor, a pesar de tener como objetivo desacreditar a Sócrates y sus doctrinas filosóficas, creó la obra de teatro sin siquiera interesarse realmente en conocer al sujeto víctima de su sátira. Y digo esto porque, cualquiera que haya estudiado a Sócrates alguna vez, podrá ver que el personaje de la obra y el verdadero filósofo, tan solo parecen tener en común su nombre. A pesar de que Sócrates utilizaba como método la dialéctica (que mediante un poco de imaginación podríamos llegar a relacionar con la "Lengua", una de esos tres dioses a quienes Sócrates rendía culto en la obra) ni "el Vacío" ni "las Nubes" parecen tener relación alguna con la doctrina del filósofo (aunque soy la última persona en este planeta experta en filosofía, así que mejor no me toméis al pie de la letra). Eso si, en la obra, "las Nubes" son las deidades de los sofistas, y si algo saqué en claro de mis clases de Filosofía es que lo único que tenían en común Sócrates y los sofistas es que coincidieron en la misma época. Sin embargo, ni sus métodos ni sus valores eran los mismos, por lo que es evidente que el afán de Aristófanes por ridiculizar a los filósofos de su tiempo, hizo que ni siquiera se preocupara por ajustarse a la realidad.

Bueno, creo que con todo lo que llevo escrito desde el principio, aún no he justificado que es lo que me ha gustado. Pues bien, lo que me gusta de esta obra de teatro es que define muy bien la naturaleza humana de injuriar sin siquiera preocuparse por conocer la realidad, algo que hoy en día uno puede apreciar bien si se digna a encender la televisión y escuchar a cualquiera de nuestros políticos. Me gustó porque mediante la lectura de una sola obra de teatro del autor, pude conocer a alguien muy distinto a mi, que respiró muchos siglos antes que yo. Conocer a este dramaturgo intolerante con los pensamientos ajenos al suyo, hizo que me preguntara quién era yo y mi actitud ante el mundo, y sentirme afortunada por ser distinta a él.

Así que se podría decir que la lectura de esta obra de teatro hizo que descubriera un poco más sobre mi misma.

Espero que alguno de vosotros se anime a leer esta obra, quizás no llegue a plantearse todo esto, pero seguro que va a disfrutar de la lectura. ^^

Nos leemos el viernes con un verdadero espectáculo: "La Gran Ilusión".